Menos argentino /

26 de agosto de 2009 | | | |
Cobertura de la marcha del campo / Prorroga a las facultades extraordinarias

Juan Marriota, de 46 años, salió del trabajo. Viajaba en colectivo y algo sabía sobre la marcha del campo, pero no había puesto mucho interés.
Mientras los manifestantes ruralistas esperaban la resolución del Senado, tomaban mate y hablaban bajo con todo el mundo que preguntara cual era la situación allí.
Al contrario de lo que prevenían los dirigentes de la oposición, que esperaban un reclamo masivo, se vio a un pequeño grupo de personas, en su mayoría hombres, manifestando en contra de la prorroga a las facultades extraordinarias del gobierno.
Juan bajaba del colectivo y empezaba a caminar.
A medida que los senadores exponían, afuera, en la calle, los hombres del campo, algunos gauchos y otros jóvenes de suéter, sacaban cuentas sobre cuál sería la decisión final. En principio, los pronósticos eran optimistas como también lo era el clima, el ánimo.
Lentamente, a la par del sol que se escondía y la temperatura que bajaba, los pronósticos reflejaban la victoria Kirchnerista en el parlamento. La cosa estaba cambiando.
Juan se acercaba a la Plaza del Congreso para tomar el último transporte del día. El que lo llevaba a casa.
Mientras uno de los manifestantes gritaba consignas pro-campo, otro empezaba a pegarle patadas a las vallas de contención, que la policía había puesto en la puerta del parlamento. El clima no era el mismo. La derrota se avecinaba. Por un año más, el poder ejecutivo tendría la potestad de fijar las retenciones, entre otras facultades.
“Ladrones, injustos, chorros, no se metan con nosotros”, decía una señora muy arreglada cuando se estaba a punto de votar dentro del recinto.
Ese fue el grito que Juan Marriota escuchó e hizo que se acercara aún más a la plaza, a la marcha.
“El campo es el país, somos los únicos que laburamos de verdad. Hijos de puta, ponganle impuestos a los vagos. Caraduras”, gritaba un hombre, de unos 50 años, al borde de un ataque de nervios. Marriota, inmerso entre la gente, no se contuvo y le respondió: “Yo también trabajo y tengo que pagar impuestos. Yo no laburo en el campo y soy argentino igual que vos. Trabajo igual o más que mucho de ustedes. ¿Por qué no se dejan de protestar por ustedes y miran alrededor?”. Los muchachos y las pocas señoras presentes, se pusieron un poco molestos.
“Andate paraguayo. A vos te damos de comer. El campo le da de comer a todos”, increpó un joven. “Racistas, xenofobicos, discriminadores, así son todos ustedes. Usan nuestro suelo, lo hacen mierda y no quieren pagar un mango”, tiró Marriota, con más corazón que cabeza, quizás no comprendiendo que jugaba solo contra todos. Nunca ganaría el partido.
Un señor bastante fortachón, con un saco negro y unas manos enormes, advirtió a Juan: “Tomatelas porque no vas a salir bien de acá”.
Medio a los empujones, un tanto a la fuerza y otro poco por racionalidad, se fue del lugar, protestando, enojado por el reclamo.
La noche terminó con disturbios, con dirigentes del campo presentes y las facultades prorrogadas por un año más.
Quizás Juan disfrutaba por televisión su victoria. Pero tal vez no, y al darse cuenta de lo que había ocurrido por la tarde, se sentía más triste y menos argentino.

Nicolás Pisano /

1 comentarios:

Cronista Clandestino dijo...

Excelente Pisano!, al fin laburas de verdad. Se nota que en Tea ya no se bancan más que haya gente adentro del edificio, ya te mandan por cualquier boludes, ayer me mandaron a la federeación de box a ver entrenar a la Hiena, un papelon. Nos vemo el sábado

Muy buenas las reformas en ambos blogs, cualquier cosa me contactas, yo soy el que le enseña al Hombre Tecnología.

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