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Yo acuso…!

Carta a la constante junta aristocrática

X Leandro Carballo

El Bloqueo de puertos. Extorsiones a las ferroviarias. Paros constantes. Desabastecimiento. Cortes de rutas. Aislamiento de Buenos Aires con setenta caminos bloqueados. Uso de peones y pequeños productores en una protesta que parece no pertenecerles. Actitudes xenófobas. Amenazas al poder del Estado. La unión de una oposición carroñera. Hacer notorias las falencias en el gobierno. El apoyo de multimedios asustados la modificación de la ley de radiodifusión. La división del gobierno, la sociedad y la nación.

No me resta más que felicitar a la mesa de enlace y la vieja y nueva aristocracia terrateniente a la cual representan por las victorias en su constante lucha por mayor concentración económica y el control del poder político.

Con el bloqueo del puerto santafesino comenzó. Fue una primera acción luego del aumento a las retenciones establecidas por el ministro de economía de aquel entonces, Martín Lousteau. Allí formalizaron un primer encuentro Federación Agraria y Sociedad Rural. De aquí en adelante comenzaron con los reclamos (primera medida: 48 horas de no comercialización de granos ni de carne. Sí de soja) a la baja y quita de las retenciones móviles sobre las ganancias de los que explotan suelo argentino para vender materias primas. Ante oídos sordos de la presidenta de todos los argentinos (como ella suele designarse) y sin otorgar un segundo de más, algunos sectores del campo argentino mandaron a cortar rutas como forma de protesta. Aislaron provincias, hicieron asambleas y pusieron su reclamo en boca de gran parte del país aunque sea solo el 8% de la población empleada la que trabaje en sectores rurales y más de un 50% lo haga en negro. La unidad tal vez sea una cuestión de piel por las relaciones fraternas entre vecinos geográficos o también como lo señaló el vicepresidente de la Sociedad Rural, Hugo Luis Biolcati, por el diferente color de los piqueteros de ruta y los piqueteros de ciudad (“vagos mantenidos por todos”). Tendrá que ver con herencia familiar. Los abuelos que vinieron del campo sin trabajo y sin un centavo a las urbes en busca de un futuro y que nos hicieron sentir al campo como nuestro. Contaban cómo era levantarse a las cuatro de la mañana y permanecer al rayo del sol pero valía la pena porque se hacía con verdadero sentir patriótico, distinto a las ciudades donde nadie se esfuerza. Más fuerte aun debe ser el sentido de nacionalidad, que mezcla algo (o mucho) de la Confederación. El gaucho que representa a todos los argentinos. Ese del mundial. Él que fue secuestrado de su rancho para morir a manos de indios salvajes. Tan salvajes como él que vivía para si mismo o para su familia. Él que consiguió que sesenta y siete personas se conviertan en propietarios de 6 millones de hectáreas. Que la familia Martínez de Hoz (la que voto en el cabildo a favor del virrey) se hiciera dueña de 2.500.000 hectáreas. Héroe gaucho que repartió 41.787.000 hectáreas entre 1.843 terratenientes. Luego en su honor le quitaron sus tierras y lo transformaron en peón de campo. Era necesario para crecer y ser un país rico ocuparse de vender al exterior e importar lo que hiciera falta. 120 años después parece seguir siendo necesario.
En realidad este apoyo de quienes no tienen intereses económicos debe ser solo contra la soberbia de nuestra presidenta. Aquellos que, como define Gramsci a la hegemonía, creen que los intereses particulares de una clase son los intereses generales. Aquellos consumidores del espectáculo de multimedios (20 horas de televización dentro del congreso al estilo de una final de Libertadores con parte de la población que gritó gol al escuchar el voto no positivo). Medios localizados en la trinchera de una guerra, presionando constantemente (un día sin explicarlo dejaron hacerlo, aunque no del todo), a un gobierno lleno de errores, actuando contra un modesto ajuste al poder real de este país. Ese poder donde el 15% se lleva el 80%. Esos que no son políticos. No necesitan serlo, los manejan, al igual que manejan los medios. Hasta poseen caballos de Troya, un vicepresidente elegido seis meses antes. Aun así consiguen apoyos masivos y de pequeños y medianos productores que obtienen del Estado cuidados específicos, retenciones mínimas y al igual que todos subsidios por emergencia agropecuaria y facilidades de compra de maquinarias. Pero aquí no se detienen. La desaprobación de la 125 no alcanzó. Ahora quieren retenciones nulas. “Esto que hemos hecho ahora no se lo hicimos ni a Menem. En la década del 90, tratábamos de movilizarnos y la mayoría no participaba, pese a que nos endeudamos, nos descapitalizamos y quedaron en el camino más de 100 mil productores”, contó Daniel Martinelli ex presidente de la Federación Agraria de Córdoba. De todas formas el fervor en las rutas fue decayendo aunque la cercanía de las cámaras quiera hacer creer lo contrario. "Cuando desaparecían los chacareros porque se suicidaban, perdíamos las vacas madres para pagar las deudas, remataban nuestra maquinaria agrícola, la Sociedad Rural nos vallaba para impedir que nos manifestáramos contra Menem, nos sacaban de las reuniones y nos hacía llamar 'las locas' (igual que a las locas de Plaza de Mayo). Entonces a ellos no les importaban porque eran socios del modelo", denunció Lucy de Cornelis la dirigente de Mujeres Agrarias. "Tienen que entender que la tierra es individual pero es patrimonio argentino porque la tierra es soberanía", sentenció de Cornelisen pleno conflicto.
Mientras, Argentina se sigue desangrando. La Joven Guardia de escritores opinó: “lo que se trasluce hoy es la pugna entre dos modelos políticos, económicos y sociales de acumulación…un paro de esta intensidad y por tiempo indeterminado es comprensible en momentos de apremio, por una muerte, por un hecho que acorrala y empuja a la defensa. No lo es por el deseo de ganar más o reformular un impuesto. El paro por tiempo indeterminado es una de las últimas armas de la acción política. Cuando no hay urgencias, la salida natural debería ser el diálogo”.
Es gracioso que entidades del campo agrónomo apoyen las duras políticas de Evo Morales y se ericen ante las medidas blandas de la presidenta argentina. Es más gracioso que la derecha radical, racista, separatista de Bolivia (nunca podría llamarlos bolivianos) apoye a “nuestros hermanos productores del agro argentino”. Es más gracioso aun que llamen dictadura a un oficialismo al que le renuncian o lo traicionan soldados y ellos, como se denunció en una solicitada firmada por Miguel Ángel Estrella, Mempo Giardinelli, José Pablo Feinmann, Nicolás Casullo, Tristán Bauer, Liliana Herrero, Norberto Galasso, Noé Jitrik, Eduardo Grunner, Leonardo Favio, José Nun y Horacio González, entre otros, hayan apoyado durante todo la estancia en el poder a la dictadura del ’76. Deben haber apoyado alguna más.
Detrás de la disputa por retenciones sí o retenciones no, se cargan siglos de historia, millones de dólares, miles de manipulados y el manejo del poder y la sociedad. No se pide nada, se exige igualdad y justicia. No se les pide cambiar. El cambio no va a venir de ellos, debe venir desde abajo, desde todos.